viernes, 15 de noviembre de 2013

ESCRITORES FAMOSOS Y SUS MANÍAS

Hoy os traigo una recopilación de las manías más extrañas de los escritores famosos. Algunas son bastante sorprendentes, y sino leed.

Alejandro Dumas
Alejandro Dumas vestía una sotana roja, de amplias mangas, y sandalias para inspirarse. Parece ser que su prosa flaqueaba si no hacía esto.

John Milton escribía envuelto en una vieja capa de lana, al estilo fantasma.

Víctor Hugo repetía sus frases en voz alta, hasta que le parecían correctas. Entonces se sentaba corriendo a escribirlas antes de que se le olvidaran. También cuentan que entregaba sus ropas a un criado y le pedía que se las guardara durante un periodo de tiempo determinado, y que no se las entregase por muy encarecidamente que se lo rogara. Así evitaba la tentación de evadirse de sus escritos.

Al parecer, García Márquez necesita una temperatura determinada en su lugar de trabajo. (Yo eso lo entiendo. Es muy difícil escribir con los dedos ateridos por el frío o, por el contrario, sudando como un pollo). También le gusta en su mesa una flor amarilla.

Balzac
Balzac se acostaba a las seis de la tarde y daba orden a una criada para que lo despertara a medianoche. Entonces se vestía de monje (qué manía con las túnicas, capas y sotanas) y se ponía a escribir de forma ininterrumpida de doce a dieciocho horas, consumiendo una taza de café tras otra.

Asimov escribía de siete a ocho horas al día, de lunes a domingo. Su media eran treinta y cinco páginas por jornada.

Haruki Murakami se levanta a las cuatro de la mañana y trabaja seis horas. Por la tarde corre  diez kilómetros, escucha música y se va a la cama a las nueve.


Vargas Llosa
 Vargas Llosa empieza a escribir a las siete de la mañana y se rodea de figuras de hipopótamos de todas clases.

Rousseau se marchaba al campo porque necesitaba absoluto silencio, algo parecido a lo que le ocurría a Montaine, pero este se encerraba en una torre.

Marguerite Duras
Lord Byron escribía con trufas en el bolsillo, porque su olor le inspiraba, y Hemingway con una pata de conejo tiesa, que supongo no olería a trufas, sino más bien a... ¿pata de conejo tiesa?

Marguerite Duras lo hacía -escribir- con una botella de whisky al lado porque así le parecía que estaba en un bar, y ese ambiente le gustaba. Lo que no sé es si se la bebía. Sartre iba más allá y combinaba ruido, tabaco y alcohol, cosa que, al parecer, le producía una serena calma.



Miller
Steinbeck
Steinbeck solo trabajaba con lápices redondos porque los de aristas no le parecían cómodos y le hacían daño en los dedos.  Por el contrario, Miller trabajaba mejor cuando estaba incómodo pues decía que solo lo incómodo hace volar la imaginación.

Por último, a Neruda le gustaba escribir con tinta verde.

En fin, será cuestión de genios... 

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