jueves, 23 de julio de 2015

Viaje al dolor de África, de José Manuel Devesa



Hace tiempo, bastante, solía leer todo lo que caía en mis manos sobre testimonios de vidas lejanas que me hicieron comprender muy pronto lo privilegiada que era por haber nacido a este lado del mundo. Libros sobre pueblos deprimidos por otros pueblos, libros sobre niños que crecen en lugares tan hostiles que casi es un milagro que lleguen a la adolescencia, libros sobre mujeres que, por la mera condición de serlo, están relegadas al más absoluto ostracismo social, político, cultural e incluso familiar. 

Acabo de terminar la lectura de este libro maravilloso "Viaje al dolor de África", de José Manuel Devesa, que descubrí a través de mi compañero virtual de tertulias literarias, el doctor y escritor Jose Luis Palma, y las reminiscencias de su última frase todavía me sobrecogen el alma: 

-Llévame a Farafangana.

Ha sido un viaje intenso al corazón de Madagascar, y cuando digo al corazón no me refiero a un espacio físico, sino emocional. Si tuviera que contar las veces que se me han empañado los ojos me faltarían dedos de las manos, no por el dramatismo de la historia sino por tanto amor como transmite. 

Viaje al dolor de África es una novela basada en hechos reales, pues su autor es también uno de los médicos que cada año acuden de forma totalmente altruista a la Misión de Farafangana, donde se ha construido un modesto hospital con la ayuda de donativos, para operar a jóvenes, casi niñas, que sufren la herida innombrable, la enfermedad oculta, que genera vergüenza en los maridos y familiares y que condena a la enferma a la marginación y a la soledad. 
El Dr. José Manuel Devesa y la paciente que inspiró su novela

Jose Luis Palma, en su generoso prólogo, habla de este problema que afecta a dos millones de mujeres en todo el mundo, la mayoría en África, de una forma que todos podemos entender:

En aquel remoto lugar, la "enfermedad oculta", la temida y terrible fístula, ese maldito agujero que comunica la vejiga y la vagina, producida cuando el que va a nacer se queda atascado en la salida hacia la vida porque las mujeres, casi todas niñas adolescentes, no disponen de asistencia médica durante el parto, conduce sin remedio a una situación vergonzante, al abandono absoluto, al repudio conyugal, y al rechazo social y familiar que en muchos casos sólo encuentra la solución final con la llegada de una muerte tan injusta como prematura.  

"El sol no debe salir dos veces y ponerse dos veces durante el parto de una mujer", dice el proverbio.

Tal vez ser mujer me haga especialmente sensible al contenido de esta historia. Recuerdo mi propio parto, que duró más de doce horas y terminó en una cesárea de urgencia. Cada vez son más las voces que se alzan a favor del parto natural en casa, y yo respeto todas las posturas, pero, personalmente, no sería capaz de asumir el riesgo, nos jugamos demasiado, y en mi caso doy gracias a la ciencia por haberme permitido un desenlace feliz.  Hay tantas mujeres que no tienen la oportunidad de alumbrar a sus hijos con las mínimas garantías sanitarias que a veces no comprendo el empeño que tenemos por volver al pasado y asumir riesgos innecesarios. Pero esta es una opinión personal.

Por otro lado, no penséis que porque la novela esté escrita por un médico os vais a encontrar un relato cargado de tecnicismos o descripciones quirúrgicas que pueden abrumar al lector profano en la materia. Nada más alejado de lo que de verdad encontraréis en esta historia. En ella el autor nos muestra la realidad a través de los ojos de Vohilaba, una niña de catorce años a la que su padre entregó en matrimonio a un muchacho de la aldea a cambio de un cebú. El cebú era robado y esto obliga a la pareja a huir para no sufrir represalias. Cuando Vohilaba se queda embarazada y llega el momento del parto, éste acaba de la peor forma: con la muerte del bebé en su vientre, por falta de asistencia médica, y con una fístula obstétrica que provocará que no sea capaz de contener la orina. Repudiada y abandonada por su marido, y sin posibilidades de regresar a su aldea, el único consuelo que le queda a Vohilaba para aferrarse a la vida es el de encontrar a los médicos blancos, de los que ha oído decir que vienen cada año a su tierra a cerrar el agujero de las niñas madres que vagan por los caminos, aldeas y ciudades, condenadas a estar continuamente mojadas e impregnadas de un hedor fácilmente detectable que provoca miradas de desprecio y rechazo.

Se me agolpan las palabras para tratar de expresar las emociones que me ha hecho sentir esta novela. Solo puedo decir que, pese al terrible fondo dramático de la historia, este es un canto a la esperanza, porque en medio de tantas sombras todavía quedan luces que iluminan los senderos más tenebrosos, aquellos a los que nadie quiere asomarse, y cuya única recompensa la componen miles de sonrisas de profundo agradecimiento, de aquellos y aquellas que tienen la fortuna de encontrarse con una de estas luces que cambiará sus vidas para siempre.

Mención aparte merece la prosa delicada de José Manuel Devesa; bella, dulce, poética, que consigue emocionar, que logra hacernos partícipes de esta historia ahora tierna, ahora dramática, a veces terrible, muchas veces sobrecogedora... Solo me arrepiento de haberla tenido tantos meses en mi Kindle sin haberla leído. Creo que este tipo de lecturas debería ser obligatoria en algún momento de la enseñanza secundaria. Nuestra sociedad necesita concienciarse de que existen otras maneras de vivir o sobrevivir, es necesario sembrar la semilla del altruismo, la empatía y la solidaridad. La educación es la base del progreso, del desarrollo de los pueblos y si no inculcamos a nuestros jóvenes, desde el ámbito familiar e institucional, valores solidarios, ¿qué clase de sociedad estamos formando?

Nunca he sido dada a la mitomanía, y muchas veces me pregunto cómo es posible que los programas de televisión estén minados de personajillos endiosados en su propia fama que no aportan nada aparte de un sentimiento de bochorno ajeno, y sin embargo haya tantas luces en el mundo que nadie conoce, tantos proyectos de vida y esperanza que se quedan en la trastienda de la sociedad. Los medios de comunicación son tan poderosos que tienen la facultad de potenciar sociedades brillantes o generar sociedades basura, porque la sociedad -niños, jóvenes y mayores- alimenta su memoria, su alma, su corazón, su generosidad o su desprecio, a base de contenidos que perpetúan espíritus mediocres, sin más aliciente que codiciar todo lo que se les ofrece.

Ojalá algún día estas luces tengan el reconocimiento que se merecen. Yo desde mi modesto rincón virtual os recomiendo encarecidamente esta piedra preciosa con forma de novela, magistralmente narrada por José Manuel Devesa. Os aseguro que brillara en vuestros corazones durante mucho tiempo.

Solo quiero añadir, y esto va relacionado con la parte comercial de la novela, que pienso que la portada tan triste puede generar rechazo en el lector potencial. Es cierto que hay mucho drama en sus páginas, pero yo he visto tanta luz, tanta calidez, tanto amor, que una imagen más positiva, en la que se perciba a primera vista que donde hay sufrimiento siempre hay esperanza, sería más acertada a la hora de hacer que los ojos de los lectores se fijasen en ella.

Animo al autor a que nos siga deleitando con obras con la misma sensibilidad que esta, estoy segura de que su cabeza está repleta de historias, personajes, vidas, anécdotas y situaciones que necesitan ser contadas con el propósito de tocar nuestras conciencias. Lo necesitamos; necesitamos historias como la de Vohilaba.

Os dejo con un extracto.


Mientras se duerme tampoco escuece el hambre, ni se roba, ni se engaña, ni se viola, ni se mata, ni atormenta el odio o el rencor, ni se hace la guerra, ni duelen el cuerpo ni el alma. El sueño es mucho más que un descanso: es la paz, el bienestar. El sueño es el dios de la justicia que no distingue entre unos y otros y durante unas horas hace iguales a todos los hombres y mujeres. El sueño es el refugio y el tesoro de los pobres, por eso dormimos más que los ricos, a cualquier hora, en cualquier sitio, y sin importar como. Mientras ellos se mueven de acá para allá, nosotros dormimos.


2 comentarios:

  1. Gracias Mayte F. Uceda. En efecto es una novela excepcional basada en hechos reales que José Manuel Devesa como cirujano de mujeres/niñas, afectadas por la fístula post-parto vésico-vaginal, en Madagascar, ha ido recogiendo a lo largo de sus muchos viajes a aquellos lugares olvidados donde niñas de 12 o 14 años sufren partos ocluidos que él rescata de la selva para operarlas en condiciones extremas. Un libro estremecedor, muy bien escrito, que todos los que vivimos en este mundo confortable deberíamos leer.

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    1. Qué tremendo, José Luis, y cuánta falta nos hacen testimonios como este, aunque sean disfrazados bajo la apariencia de novelas. Como tú bien dices en el prólogo "es un aldabonazo en las mullidas conciencias de nuestro acomodado mundo occidental". Tengo que añadir que el anterior título "Llévame a Farafangana" me gustaba mucho más que el actual; es más evocador, aunque entiendo que no es fácil retener el nombre de la ciudad si no estás familiarizado con ella. Yo ya he conseguido decirlo de carrerilla a base de hablar de la novela. Un abrazo y felicidades de nuevo por ese magnífico prólogo.

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