viernes, 27 de noviembre de 2020

Ser una persona auténtica

 


Ayer leí en un artículo que, hace una década, el autor A. J. Jacobs pasó un tiempo tratando de ser totalmente auténtico. Le dijo a una editora que le gustaría acostarse con ella si fuera soltero y también le comunicó a su niñera que la invitaría a salir si su mujer le dejara. A una niña pequeña le hizo saber que el escarabajo que sostenía en las manos no estaba durmiendo la siesta, sino que estaba muerto, y a sus suegros les dijo que sus conversaciones eran de lo más aburridas. 

Su experimento de ser «él mismo», una persona auténtica, fracasó estrepitosamente y sacó la conclusión de que jamás se le debe aconsejar a alguien que sea él mismo.  

La sinceridad está sobrevalorada. Nadie quiere saber en realidad lo que se les pasa por la cabeza a los demás, lo que de verdad piensan, porque la mente humana es un nido complejo y saturado de contradicciones. 

Por fortuna, mentimos a todas horas, nos aplicamos filtros y nos sometemos al autocontrol, de otra forma sería imposible vivir en pareja, tener un amigo de diferente ideología política o un amigo a secas.

Para muestra de la sociedad real, cruel, despiadada y sin filtros, basta asomarse a la red del pajarito, donde enseñas una fotografía de tu gato y enseguida te saltan cuatro a la yugular. Porque el gato no parece callejero, y si no es callejero es que no te preocupan los gatos abandonados, y seguro que tampoco los perros, ni la explotación de las gallinas, ni la caza de las focas, porque con toda probabilidad eres protaurina y disfrutas con el toro embolao, y que miles de animalitos inocentes mueren bajo el peso de tus botas cuando caminas por el bosque. Luego te adjudican un bando político, y entonces vienen los ¡¡¡Fascista!!! O ¡¡¡Roja!!! ¡¡¡Deberían encerrarte en una jaula y echarte maíz para que sepas lo que sufre una gallina!!!

El nivel de violencia verbal va en aumento retroalimentándose comentario tras comentario y, al final, ni los primeros ni los que se fueron uniendo convocados a golpe de arroba, recuerdan por qué empezó todo. Porque solo vieron la oportunidad de atacar y deshacerse de la rutina, que mata más que los cigarrillos, de la insatisfacción personal y de las frustraciones, que también son letales para la salud. 

Así que imagino que la red del pajarito cumple, en el fondo, una función social, y que todo aquel que se convierta, en un momento dado, en el blanco de la diana, no se lo debe tomar como algo personal. 

Faltaría más.




6 comentarios:

  1. Interesante artículo, soy partidario de los filtros, y la diplomacia, cuando quieres controvertir a alguien, no es necesario se necio posando de sabio, y menos con infulas de superioridad, si sabes quien eres y que vales, una palabras amables y certeras serán suficiente. Importa lo que dices, es mas gratificante recibir y tamizar las ofensas que proferirlas igualando tu alma a ellas, por vano orgullo.

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  2. Está muy bien lo de los filtros. El problema es cuando pones tantos que no te dejan llegar el aire. Mascarilla sobre mascarilla, al final sólo llega todo almibarado y ya no despierta ninguna reacción. No le puedes decir a tu suegro que te aburre, pero como realmente te roba el tiempo, lo mejor es no verle nunca. Al niño no le decimos que la muerte existe, y cuando se muere su perrito, lo llevamos a veinta sesiones de psicólogo, porque no estaba preparado. No estoy en contra de los filtros, pero ya no podemos tolerar más. No se les puede decir al padre de un niño con un CI de 90 que su hijo no puede estudiar bachiller. Mejor lo dejamos a que llegue a los 18 y tenga un bachiller que no le sirve para nada y no un módulo profesional que es lo que necesitaría. No se puede ser borde y decir la verdad. Porque quedas mal. Mejor que la vida despierte a la gente a golpes. Así funcionamos

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    1. Imagino que en el término medio está la virtud. Gracias por comentar ����‍♀️

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