sábado, 27 de abril de 2013

¿SOMOS LO QUE LEEMOS?

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Los seres humanos somos bastante extraños, y tremendamente distintos. Hacemos las mismas cosas cada día, tenemos las mismas necesidades físicas y emocionales. Entonces, ¿por qué esas diferencias tan abismales entre unos y otros?

Somos replicantes de ideas, de costumbres, de creencias y de comportamientos. Sin embargo, nuestra conciencia, nuestra forma de absorber información, codificarla y posteriormente emitirla (aquí incluimos nuestros propios elementos paralingüísticos de comunicación), no puede ser más distinta.

Por poner un ejemplo más ilustrativo diré que hace bastantes años, leí un libro autobiográfico que llegaría a marcarme profundamente. El libro era “La trilogía de la noche” de Elie Wiesel y trataba de un adolescente en los campos de exterminio nazi (la noche), un posterior periodo de reflexión en Palestina (el alba) y, finalmente, una historia de amor en Nueva York (el día). Posiblemente leí este libro demasiado joven, y con él descubrí la crueldad de las guerras y los mecanismos de defensa que se activan en el ser humano, a veces crueles, cuando se trata de supervivencia.

La historia rondó por mi cabeza durante varios meses y, aún hoy, después de muchos años, la recuerdo con especial lucidez. Pero también he de decir que conozco a otras personas que la han leído y ni siquiera los pasajes más impactantes se han quedado grabados en su memoria.
Somos diferentes, y no siempre somos lo que leemos. Nuestra mente es selectiva y almacena la información que considera más relevante para sus propios intereses.

No obstante, debemos tener cuidado al seleccionar nuestras lecturas; somos más volubles de lo que pensamos. Creemos que no cambiamos, pero lo hacemos sin darnos cuenta. Todo lo que nos rodea nos cambia: lo que vemos, lo que leemos, lo que decimos y lo que dejamos de decir. Somos seres cambiantes en un mundo maleable; nadie permanece estático en el tiempo.
Alguien dijo una vez que leer libros de personas que brillan muy lejos de nosotros es una forma de estar rodeado de estrellas.

Me quedo con eso.

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