domingo, 5 de mayo de 2013

Y TÚ, ¿DÓNDE LEES?




Me llama la atención la capacidad que tienen algunas personas de leer en cualquier sitio y bajo la influencia de diferentes estímulos. Yo soy de las que se lleva el libro a todas partes, pero cuando intento concentrarme en la lectura, siempre hay algo que me lo impide.

Admiro a los que leen en la playa. Muchos pensarán que es un buen lugar para leer. Yo pienso lo mismo, pero he comprobado que no puedo resistir mucho tiempo sin levantar la vista del libro y mirar al mar.

Los hay que leen en el tren o en el metro; es una manera de aprovechar el trayecto, lo reconozco, y no puedo asegurar si sería capaz de hacerlo porque siempre que he viajado en estos transportes lo hacía acompañada de un niño pequeño. ¿Leer en la sala de espera de un dentista? No lo creo. ¿Bajo la sombra de  un árbol? Podría hacerlo siempre que la naturaleza que lo rodeara no fuera demasiado espectacular.



Conozco a mucha gente que lee escuchando música, incluso alguno elige una pieza distinta para cada libro a modo de banda sonora. Yo nunca he podido hacerlo; la música me gusta demasiado para no prestarle atención, y no puedo disfrutar con intensidad de ambas cosas a la vez.

En mi caso depende de lo mucho o de lo poco que me apasione la lectura del momento. Hay algunas historias que tienen una potente capacidad abductora y te involucran emocionalmente de tal forma que no importa lo que suceda a tu alrededor.



Me gusta leer por las noches, cuando el ordinario bullicio de la casa queda reducido a la nada: nadie viene a llamar a la puerta, el teléfono descansa en forzoso silencio, nada se guisa en la cocina  y las gruesas paredes de la casa atenúan la poca actividad nocturna que se desencadena en el exterior al caer la noche.

Es entonces cuando puedo disfrutar de la lectura, cuando consigo trasladar todos los sentidos a la narración, amar u odiar a los personajes, reír o llorar con ellos, recrearme en la grandiosidad de las palabras que voy leyendo o lamentarme porque resultan decepcionantes.

Para lo uno o para lo otro, es el momento perfecto.

Y tú, ¿dónde lees?

6 comentarios:

  1. Donde más avanzo, sin duda, es en el coche, en los viajes largos. No me mareo y me concentro muy bien. En la cama leía antes pero me entra mucho sueño y enseguida lo dejo.

    En el verano me pego unas palizas impresionantes en el parque, mientras juegan los niños. Siempre estoy deseando que llegue ese tiempo porque no sé estar sin leer.

    Besos, Mayte.

    ResponderEliminar
  2. Qué suerte no marearte, Mayte. Supongo que irás de copiloto, ¿no?

    Es broma.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Yo leo en todas partes y en cualquier momento que pueda aprovechar. En el coche (si conduzco, no), en el tren, en el barco, en el avión... En la cama, en la cocina mientras preparo la comida, en la playa, en la piscina, en el parque. No tengo problemas para concentrarme en la lectura, y de hecho, desde que tengo niños, aún aprovecho más los ratos en los que no requieren mi atención. Para escribir, en cambio, necesito silencio, aunque ya empiezo a acostumbrarme a hacerlo también en cualquier circunstancia.

    ResponderEliminar
  4. Carmen, una suerte poder leer en todas partes. Yo no disfruto de la lectura si tengo demasiados estímulos alrededor. Sin embargo, puedo escribir en cualquier parte, incluso rodeada de una horda de niños de diez años jugando a hacer el bestiajo a mi alrededor. ;-)

    ResponderEliminar
  5. Hola, Mayte. Soy Iris, la esposa de Heberto Gamero. Primero quiero decirte que me encantó la reseña que hiciste de su libro, gracias.
    Luego comentarte que yo "la copiloto" como me llama Heberto en su libro Caracas-Ushuaia, diario de viaje que pronto estará en Amazon, leo durante los viajes que hacemos por tierra. No mareo, Heberto se mantiene despierto y el viaje se nos hace más corto.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por tu comentario, Iris. Quiero decirte que resulta fácil hacer una reseña positiva cuando uno se encuentra obras como las que escribe Heberto. Me ha transmitido tantas emociones con sus relatos que sin duda eso se refleja a la hora de valorar el texto.

      Leer en el coche mientras se viaja de copiloto, sobre todo si son viajes largos, está muy bien,se hace más corto y más ameno. Yo puedo hacerlo si es línea recta; si hay curvas me mareo mucho.
      Un abrazo para los dos.

      Eliminar