miércoles, 4 de junio de 2014

A Novella

Terminar una nueva historia siempre es agradable. Pero la verdad es que no siento lo mismo que con la primera. No porque no me llene de entusiasmo, sino porque sé lo que me espera ahora.
Hay que corregir el texto un número indefinido de veces, embellecerlo, darle brillo, lograr que la historia fluya sin tropiezos...
Quiero pensar que lo conseguí con mis Ángeles, al menos yo estoy satisfecha con el trabajo. Fueron dos años para desarrollar la historia y uno más para corregirla y hacer de ella lo que es ahora.
El resultado se descubre a lo largo de sus casi 500 páginas de amor y aventuras, de magia y misterio.

El camino ha sido largo, pero muy instructivo.

No voy a negar que a veces me siento lenta como un caracol, sobre todo cuando veo la rapidez con la que otros autores sacan sus obras al mercado. Pero, igual que hice con Los Ángeles, no voy a precipitarme, y la novela no verá la luz hasta que considere que está lista.
Para qué.
Me gusta mimar a mis historias, arroparlas como a un huevo de codorniz. Y estar ahí, observando cuando la cáscara se rompe y los personajes incubados al calor de la imaginación salen al mundo y viajan de mente en mente.

Una vez alguien me dijo que lo que escribimos y publicamos tiene herencia social. Y eso me hizo pensar.
No tengo el afán de acumular tantas novela como las prolíficas Corín Tellado o Nora Roberts, pero sí tengo el empeño de que cada aventura que salga de mi cabeza lo haga con cierta dignidad.
Es lo único que me importa.

«Si no publicas a menudo, te olvidan», me susurró en la nuca el fantasma de Corín.
¿Me olvidará mi familia?
«Mmm, no».
¿Me olvidarán mis amigos?
«Tampoco. Te olvidará el resto del mundo».
Me encogí de hombros y le pedí por favor que dejara de echarme su aliento gélido en el cogote.   

La nueva novela es una historia de amor. Sí, es una novela R-O-M-A-N-T-I-C-A. Lo digo así de claro porque no veo la necesidad de camuflar el género bajo otro tipo de avatares literarios. Tampoco lo hice al publicar una historia paranormal. Lo bueno de cumplir años es que por el camino te vas deshaciendo de alguna que otra capa de complejos que pueden encofrar tu personalidad, vas soltando el lastre y uno camina por la vida más ligero.
Además a cada cosa su nombre.

Aparte de la historia de amor, la relación de tres amigas, muy diferentes entre sí, también tiene un peso importante en la novela. Sus actitudes ante la vida son tan distintas que se complementan y consiguen mantener una amistad duradera a lo largo de los años.

Sé que me queda mucho trabajo, pero lo afronto con muchas ganas. Este periodo me recuerda a cuando termino de esbozar una pintura. Luego queda la tarea de resaltar los elementos principales, dando las pinceladas correctas en el lugar adecuado.. y ¡voilà! no parece el mismo que al principio.

Os dejo con un trocito de la historia.

Con el ánimo mermado, se subió al taxi que le había pedido la señora Munro. La luz del día se había extinguido a primera hora de la tarde para dejar paso a una oscuridad creciente que traía con ella sus propias reglas. Rebeca recordaba haber escuchado al padre Arnau advertirles que se cuidaran de la noche, porque si había algo capaz de traicionar el espíritu del Hombre, eso era sin duda la oscuridad, que incitaba a la beligerancia y a sucumbir a los deseos más inconfesables.
El tiempo era horrible, y le había resultado difícil arreglarse de forma que pudiera estar atractiva. Llevaba demasiada ropa, así que en el último momento se había dejado solamente una camiseta blanca, un fino jersey de color burdeos –que se ajustaba a su figura y era el que mejor disimulaba los kilos que había ganado en los últimos años–, y unas botas altas sobre leggins negros que estilizaban sus piernas. Se miró en el espejo que tenía la señora Munro en la habitación y probó distintos peinados en su pelo. Pero se dijo que con el viento y la lluvia de nada le serviría acicalárselo, así que se lo dejó suelto y se esmeró en maquillarse el rostro de forma que no se notara demasiado. Deseaba estar guapa para él, pero no quería parecer desesperada.  Un paraguas, una gabardina y los mejores deseos de la señora Munro la acompañaban en el taxi que se incorporaba en esos momentos a la avenida principal. Eran ya las seis de la tarde. Tras los cristales empañados contemplaba las familiares calles de Beauly bajo una fina lluvia. A ratos, el viento parecía enloquecer de forma repentina. Entonces enviaba  oleadas de agua contra los cristales del coche y lo zarandeaba como si se tratara de una colmena sacudida por un oso. No era dada a las supersticiones y, a decir verdad, depositaba una considerable confianza en el entendimiento, pero llegó a pensar que alguna fuerza sobrenatural estaba empeñada en sacarla de aquel taxi y enviarla a casa montada a lomos de una ráfaga de viento.

©Mayte F. Uceda

8 comentarios:

  1. Enhorabuena Mayte, seguiré entusiasmada el proceso que empieza ahora, seguro que es un gran trabajo. Mucha suerte!

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    1. Gracias, Bea, es una nueva etapa, tan interesante como la primera.

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  2. Muchas felicidades, estoy deseando leer esta nueva novela que sin duda dará mucho de que hablar.

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    1. Gracias, Judith, y yo estoy deseando terminarla y dejarla como se merece. :-)

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  3. Mayte, felicidades por terminar esa primera fase. Ahora, el pulido y ya nos dirás para cuando. Abrazos y suerte.

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  4. Adoro tu libro "Los angeles de la torre".Esperaré a leer tu próximo libro. Abrazos y bendiciones. Felicidades Mayte.

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    1. Muchas gracias Yahaira, me alegra mucho que te haya gustado. Un abrazo.

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