«El producto más franco, más libre y más privado de la mente y del corazón humano es una carta de amor», dijo Mark Twain.
Estoy de acuerdo
con las palabras del escritor estadounidense, pues las cartas de amor son
textos con una intensa carga emocional, documentos privados cuya categoría ha
trascendido para convertirse en un género literario específico. Hoy en día son
numerosos los concursos que abren las puertas a la imaginación, a la producción
de textos hermosos dedicados al amor.
Se ha escrito mucho
sobre cómo escribir cartas de amor, y he descubierto que existen espacios
virtuales donde elaboran cartas de amor a medida. Basta con introducir el
nombre del ser amado y algún pequeño dato para que un programa nos diseñe
nuestra carta personalizada, una versión moderna de Cyrano de Bergerac que las
nuevas tecnologías ponen a disposición de los que tienen dificultades para
expresar sus sentimientos. También Vargas Llosa confesó haber escrito cartas de
amor para sus compañeros cuando estos no sabían cómo contestarlas.
No siempre es
sencillo plasmar con palabras las emociones, y en este caso lo más importante
es que el destinatario de la misiva comprenda nuestros sentimientos sin contar
con las ventajas del lenguaje no verbal que tanto favorece la comunicación entre
personas.
Si dividimos una
carta en varias partes, posiblemente el saludo y la despedida sean los puntos a
los que menos esfuerzo dedicamos, por considerar que ejercen una menor
influencia en el destinatario. De esta manera, habrá cartas que después de un
esmerado discurso amoroso dejen un residuo amargo al receptor a causa de una
despedida fría y torpe o de un saludo inapropiado. Por tanto, conviene pensar
detenidamente en estos dos apartados y no considerarlos de poca
importancia.
En el cuerpo de la
carta pondremos a prueba nuestra capacidad de expresión escrita. No debemos
tratar de imitar ni transcribir frases de amor que ya han escrito otros.
Debemos huir de un lenguaje ampuloso que pueda entorpecer la comprensión de
nuestro mensaje, así como de expresiones cursis o demasiado poéticas. La
sencillez y la naturalidad serán las protagonistas de una buena carta de amor.
Mostraremos entre letras
los rasgos de nuestra personalidad; al destinatario le gustará reconocernos en
ellas. La necesidad parece obligarnos a la cercanía, y el receptor debe
sentirnos cerca.
Cada relación es
única, cada sentimiento irrepetible. La personalización se hace indispensable y
los sentimientos se deben mostrar en profundidad, sin llegar a ser demasiado
efusivos ni tampoco quedarnos en la superficie de nuestras emociones.
El argumento de
nuestra carta saldrá más fácilmente cuantas más cosas nos unan con la otra
persona, aunque es cierto que se han escrito epístolas muy bellas dedicadas a
un amor no correspondido o incluso dirigidas a alguien desconocido.
Las imágenes
también serán efectivas e inspiradoras, tener cerca una fotografía nos evocará
anécdotas y vivencias en las que sustentar nuestras palabras.
Por último, no
importa que el destino final de la carta sea un concurso literario o el amor de
toda una vida, los resultados siempre dependerán de nuestra transparencia a la
hora de expresarnos.
Me estoy llevando nasorpresa contigo. Va a resultar que. Eres una experta en amor.
ResponderEliminarEn Los ángeles de la torre jugaste al despiste, ya lo veo.
Mercedes, Los Ángeles de La Torre es una novela romántica, solo que también tiene una dosis alta de aventuras, magia y seres extraordinarios. Un beso.
ResponderEliminarVoy a hacerme una planilla con tu receta y a ver si tengo suerte en la próxima.
ResponderEliminarEspero que te sirva de ayuda, Jota jota :-)
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