jueves, 12 de diciembre de 2019

Los Miserables

Este es un artículo actualizado que publiqué en otro blog hace unos años para una sección titulada: Un lugar, un libro. En esta ocasión hablaba sobre París y Los Miserables. Lo rescato hoy para publicarlo en mi blog. Aquí os dejo mis impresiones. Por cierto, si no habéis visto el musical, os lo recomiendo.

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Hace unos días, mientras buscaba un poco de información sobre Los Miserables, de Víctor Hugo, me he dado cuenta de cómo las adaptaciones cinematográficas o incluso los musicales de las obras importantes pueden llegar a engullir a la obra original de una forma casi absoluta. Es cierto que la última adaptación al cine de esta novela es bastante reciente (2012), pero aun así me sorprende que acapare casi toda la información sobre uno de los referentes literarios más destacables del siglo xix.
Hace mucho que la leí, y tenía algunos datos oxidados. Sin embargo, en el recuerdo sí permanecía un regustillo agrio, la esencia de una sociedad que luchó por la justicia social y por mantenerse a flote en unas aguas cenagosas en las que era muy difícil sobrevivir.

Son tantos los datos históricos y sociales que podemos extraer de esta obra que no me queda más remedio que ser concisa.

Los Miserables (1862) nos muestra con detalle una sociedad en pleno cambio. Con el comienzo de la revolución industrial también se inician los movimientos de población, del campo a la ciudad, en busca de trabajo.  Es una época de miserias donde los más desfavorecidos tienen lo justo para sobrevivir, y cuando no lo tienen, como es el caso del protagonista, Jean Valjean, se ven forzados a robar para dar de comer a sus familias. A Valjean el asunto no le sale muy bien, y es llevado a presidio donde lo condenan primero a cinco años, por robar una hogaza de pan, y posteriormente a otros catorce años de trabajos forzados por sucesivos intentos de evasión.  

Víctor Hugo la escribiría desde el exilio debido a su defensa del republicanismo durante el mandato de Napoleón III. Valjean tendrá como coprotagonistas a los parias, a los desamparados, al ser humano sometido a la necesidad extrema, como él mismo diría, y que es conducido hasta el límite de sus recursos.

A través de los personajes de Valjean, Fantine, Cosette, y muchos otros, Víctor Hugo plasma los sueños e ideales revolucionarios de un pueblo que clama por un mundo mejor.
El autor creía que ese mundo era posible y denuncia en su obra las condiciones de vida de una población oprimida, el abuso infantil, la prostitución, un sistema penal poco eficaz...

La novela abarca un periodo de tiempo que va desde 1815 hasta 1833, pero también nos trae a la memoria los exultantes días de la Revolución de 1789 o los nefastos del Terror de 1793, que supuso una brutal represión contra los revolucionarios.

En el contexto histórico de la obra, destacan unos acontecimientos que serán el epicentro de los cambios políticos más importantes de ese siglo.
Leer Los Miserables supone una profunda reflexión sobre el bien y el mal, sobre el afán de superación de los individuos cuando han tocado fondo, sobre la lucha feroz del ser humano contra la injusticia cuando no le queda nada que perder.
Víctor Hugo nos muestra un hondo retrato de París: sociedad, política, justicia, ética, religión, arquitectura, incluso hace una descripción detallada sobre las cloacas de la ciudad.

A su muerte, el autor dejó como legado 50.000 francos para los pobres, lo que demuestra que su compromiso con la sociedad iba más allá de la mera denuncia de esta a través de sus novelas.

En fin, una obra indispensable que poca gente joven se molesta ya en leer. Como he dicho al principio, ha sido una novela que ha conseguido una repercusión cinematográfica tan rotunda, tan premiada y tan aclamada que cada vez son menos los que se animan a leer la obra.
Una pena.

El tiempo nos sigue demostrando que la historia se repite. Echamos la vista atrás doscientos años y a nuestras miradas civilizadas les cuesta comprender tanta injusticia. Olvidamos que también hoy se libran muchas revoluciones y que también quedarán plasmadas por la pluma decidida de algún escritor. 
Los cuadros son las imágenes del pasado, que cobran vida ante los ojos de quienes los contemplan, y los libros son fiel testimonio de las sociedades a través del tiempo. Así, el ser humano es consciente de su desarrollo, tal vez más lento de lo que cree. En el futuro seremos capaces de enviar una nave tripulada a Marte, pero, en el fondo, nuestra esencia como individuos apenas cambiará. Hoy en día todavía existen muchos Valjean, Fantine, Cosette, o incluso Javert, solo que visten de otra manera y se desenvuelven en otro contexto.

Os dejo con esta particular visión del autor sobre las distintas formas en que un ser humano puede encarar su futuro.

«El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad». 


Mayte Uceda

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